En este contexto, es imperativo indagar en la conducta del paciente, su estado de ánimo y las diversas funciones cognitivas (como atención, velocidad de procesamiento, memoria, lenguaje y funciones ejecutivas, entre otras). Esta exploración permite definir el perfil cognitivo y conductual del paciente, estableciendo las bases y consensuando los objetivos de un plan de intervención individualizado. Mediante la implementación de dicha intervención se proporcionan estrategias de estimulación cognitiva mediante actividades dirigidas a mejorar el rendimiento cognitivo general o alguno de sus dominios o subdominios.