Las disfunciones son conductas que se presentan sin un análisis profundo de los riesgos ni de las posibles consecuencias. Esta está frecuentemente vinculada a problemas emocionales que pueden darse tanto en los infantes como en los padres. En muchos casos, esta conducta es resultado de una gestión inadecuada o insuficiente por parte de los progenitores. Por esta razón, resulta imperativo que la intervención con el infante se complemente con un trabajo con la familia.
En este contexto, se llevará a cabo un registro detallado de la situación actual, especificando las conductas disruptivas que presenta el infante. Se establecerá una línea base para cada conducta, cuantificando su frecuencia, intensidad, duración y los síntomas asociados, lo que permitirá medir el progreso y los cambios. Además, se instruirá a los padres en el modelo ABC del comportamiento, haciendo énfasis en los antecedentes de la conducta, enseñándoles cómo influir en ellos para promover una modificación positiva. Si estas intervenciones no son suficientes, se trabajará sobre las consecuencias, comenzando por reforzar las conductas adecuadas. Todos estos aspectos, junto con otros más, serán abordados en profundidad durante las sesiones correspondientes, asegurando un enfoque multidisciplinar, no limitado exclusivamente a la terapia cognitivo-conductual, y adaptado de manera personalizada a las necesidades individuales del infante.
El infante impulsivo
La impulsividad es un rasgo presente desde siempre en las personas, tanto en infantes como en adultos, y aunque a menudo se asocia con aspectos negativos, no siempre tiene que ser vista de esta manera. Sin embargo, en la actualidad, la impulsividad en muchos infantes se manifiesta con mayor intensidad y frecuencia, teniendo un impacto directo en las relaciones familiares, afectando tanto en el desarrollo de los vínculos afectivos como en el equilibrio emocional del infante. Además, puede deteriorar su capacidad de aprendizaje y dificultar su adaptación en la escuela y con sus iguales. Si no se interviene de manera temprana y adecuada, y especialmente en entornos desestructurados, esta impulsividad no gestionada puede derivar en comportamientos violentos o incluso delictivos en el futuro. Por ello, es fundamental actuar a tiempo para prevenir estas consecuencias.
Importancia de la comunicación asertiva
La asertividad es una actitud que nos permite autoafirmarnos y defender nuestros derechos personales, al mismo tiempo que expresamos de manera adecuada nuestros sentimientos, tanto positivos como negativos, así como nuestras preferencias, necesidades y opiniones, todo ello respetando los derechos de los demás. En este sentido, la asertividad se sitúa en un punto medio entre dos extremos: la inhibición, que conlleva una adaptación excesiva a los derechos de los demás, y la agresividad, que implica una defensa de los propios derechos e intereses sin considerar a los demás.
El objetivo del trabajo en asertividad es que el infante desarrolle una comunicación asertiva, lo que le permitirá mantener una autoestima saludable, sin sentirse ni superior ni inferior a los demás. Además, fomentará la satisfacción en sus relaciones interpersonales, el respeto por sí mismo y una mayor sensación de control emocional.