Al hablar de atención, generalmente se piensa en la capacidad para seleccionar un estímulo, procesándolo de manera prioritaria y suprimiendo la información irrelevante. No obstante, la atención involucra un conjunto más amplio de aspectos, incluyendo aspectos como la capacidad de mantener la concentración en una tarea, tomar decisiones, resolver conflictos durante su ejecución y planificar las respuestas necesarias para completar dicha tarea.
La atención se encuentra vinculada con otras funciones cognitivas, como la percepción, las funciones ejecutivas y la memoria operativa. Esta interacción entre la atención y las funciones ejecutivas permite abordar los déficits de manera integral. Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que permiten anticipar y establecer metas, planificar, iniciar y autorregular actividades, así como resolver problemas de forma eficiente. Entre las principales capacidades cognitivas de las funciones ejecutivas se encuentran la atención sostenida, la inhibición de interferencias, la memoria operativa (que facilita el mantenimiento y la manipulación de la información que utilizamos), planificación, supervisión y control de la conducta y la flexibilidad cognitiva. Estas funciones se encuentran principalmente localizadas en el lóbulo prefrontal del cerebro, que juega un papel fundamental en su regulación y desempeño.
¿Cuál es la explicación subyacente en la disfunción ejecutiva?
El desarrollo de las funciones ejecutivas puede verse afectado por factores ambientales, como complicaciones durante el periodo prenatal, perinatal o postnatal, así como por factores genéticos, ya que existe una alta predisposición hereditaria. Estas alteraciones pueden generar una disfunción en el área frontal del cerebro. Debido a la transversalidad de estas funciones, su afectación suele impactar múltiples áreas de la vida del infante, incluyendo los ámbitos académico, social y familiar. Cuando el desarrollo de estas funciones es alterado o se presenta de manera lenta y persistente, se puede diagnosticar Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
¿Cuál es el perfil neuropsicológico presente en un infante con TDAH?
No existe un único perfil neuropsicológico asociado al TDAH, ya que se observa una considerable heterogeneidad en las características neuropsicológicas que presenta. No obstante, la mayoría de los estudios coinciden en que los síntomas principales del TDAH, siendo estos inatención, hiperactividad e impulsividad, suelen ir acompañados de déficits significativos en las funciones ejecutivas, mientras que la capacidad cognitiva general generalmente se mantiene preservada.
Entre los hallazgos más destacados se encuentran: déficits en los procesos atencionales, particularmente en la atención sostenida; falta de control inhibitorio, lo que facilita la distractibilidad y la aparición de conductas desadaptadas; dificultades en la memoria de trabajo tanto verbal como visual; capacidad limitada de planificación y una flexibilidad cognitiva reducida, lo que frecuentemente conduce a perseveración, rigidez cognitiva y dificultades ante tareas novedosas.
¿Cuál es el enfoque para abordar los déficits cognitivos en un infante con TDAH?
Para tratar los déficits cognitivos asociados al TDAH, se implementa un entrenamiento neurocognitivo individualizado. El propósito de este entrenamiento es mejorar el funcionamiento de los procesos afectados mediante una práctica repetida. Se utilizan ejercicios específicos, incrementando gradualmente el nivel de dificultad en función del avance del infante. Tanto el entrenamiento en habilidades específicas como cada ejercicio se ajustan a las necesidades del infante, respetando el principio de individualización para asegurar un enfoque personalizado y efectivo.