El concepto del yo y la autoestima son conceptos que se van formando a lo largo de toda nuestra vida, comenzando en la infancia y evolucionando a través de diferentes etapas, cada una más compleja que la anterior. A lo largo de este desarrollo, atravesamos distintos ciclos vitales, y resulta imperativo entender cómo este proceso influye especialmente al inicio de la etapa adulta y su posterior evolución. En esta fase, es común enfrentarse a situaciones que puedan ser complejas, llevándonos en ocasiones a sentirnos desbordados. Ante estas situaciones, es muy importante contar con un sistema de creencias sólido, ya que el diálogo interno que mantenemos con nosotros mismos juega un papel crítico en cómo enfrentamos cada circunstancia de la vida. Este diálogo se construye a partir de nuestro autoconcepto, es decir, de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, tanto las positivas como las negativas. Un puede tener un impacto significativo en nuestra capacidad para superar los retos que la vida nos presenta, subrayando así la importancia de trabajar en esta dirección.
Nuestra autoestima tiene un impacto significativo en nuestro día a día...
Influyendo en nuestras expectativas sobre lo que creemos posible y apropiado para nosotros. Estas expectativas, a su vez, suelen dar lugar a acciones que se transforman en realidades concretas, las cuales refuerzan y confirman las creencias originales. Siguiendo en esta línea, una baja autoestima orienta tanto las actitudes como los comportamientos de una manera que va en contra del propio bienestar. La baja autoestima constituye una causa de disfuncionalidad, afectando la toma de decisiones y llevando a realizar elecciones que resultan desfavorables para la persona. Esto conlleva una disminución en las condiciones vitales, ya que la baja autoestima se convierte en un obstáculo central a superar para alcanzar el bienestar emocional. Los pensamientos y la actitud se enfocan en las carencias, en un pasado que no es satisfactorio y en un futuro que se percibe de forma negativa. Por ende, resulta imperativo intervenir en esta dirección, con el objetivo de reorientar estos pensamientos y actitudes hacia un enfoque que promueva el bienestar personal y el desarrollo de una autoestima adecuada.